Muchos de nosotros no tenemos la dicha de haber conocido a nuestros abuelos. Los abuelos son una parte importante para el desarrollo de una peculiar sensibilidad. A muchos nos apena no haberlos conocido, pero… ¿Qué pasaría si nunca has conocido a tus abuelos, a tus tíos, a tus padres? ¿Cómo te sentirías saber que tienes una familia pero a la misma vez no sabes donde están?  Nadie es el indiciado para juzgar, especialmente cuando no se sabe el porqué, especialmente cuando sabe que nunca se enterará de la verdadera razón por la que su vieja tuvo que abandonarlo a tan temprana edad, Carlos es exactamente así. Él desde los cinco años vive en un orfanato. Él ha vivido las más trascendentales y anecdóticas vivencias, pero una vez que se ocultaba el sol, nunca pudo encontrar a la persona indicada a quien contar lo maravilloso que fue su día, y claro, al realizar que esos recuerdos, su única legacía  que pronto se olvidarán bajo las cuatro paredes del orfanato, un sentimiento de impotencia derrumba todas esas risas de hace pocas horas. Carlos tiene ya diecisiete años y está pronto a cumplir dieciocho, a esta edad es cuando se les consideran a los chicos de los albergues  mentalmente maduros para valerse por sí mismos, o sea cuando logran ser mayores de edad, es cuando no tendrán pasado, es cuando conocerán personas que sólo gozarán de su presente y futuro, pues su pasado poco a poco se irá destruyendo en esos débiles cerebros de las personas con quienes compartió grandes ratos allá en el orfanato. Años más tarde Carlos logra volver al lugar en donde se imaginó ser bombero, pero tan sólo pudo alcanzar un título como maestro; en donde se imaginó que los días en el orfanato eran infinitas, pero menuda pena que le dio saber que todo eso iría a terminar más pronto de lo que se imaginaba; en donde pensó encontrar a su madre, pero era mucho más difícil que imaginarlo, es así  durante muchos años, en sus deliriosos sueños siempre se veía a él y a su vieja en un mismo recuadro. Al llegar al alberge, le propusieron trabajar como profesor de historia. Pero poco a poco, conociendo cada día mejor a sus alumnos, sabrá que detrás de las risas plasmadas por los estudiantes, hay miedo; que detrás de esa timidez, hay todo un plan perverso y sobre todo que detrás del escritorio hay alguien que está empezando a recordar su pasado.